sábado, 7 de abril de 2012

¿Una nueva yo?



Quizá he cambiado demasiado en 2 años. O, quizá he madurado/cambiado la visión del mundo o, he  DESPERTADO.

Hace ahora justo 2 años que mi vida dio un vuelco de 180º. Todo en lo que se sustentaba se cayó ( sería más correcto decir que lo derrumbé). Y, en los últimos meses, he tenido tiempo para pensar y replantearme todo. De mirar atrás y pensar qué he hecho desde entonces.
Siempre ha estado ahí una vena activista aunque, bastante apagada y ahogada por estar metida en otros proyectos. Pero, cosas de la vida, estaba en el momento adecuado y en el lugar adecuado y se cruzaron en mi vida una serie de personas que, cada día, me demuestran que el mundo se puede cambiar y, aportan nuestro grano de arena a este cambio.
Creo en lo que hago. Unas veces con más acierto y, otras con más errores; pero intento aportar mi grano de arena a aquello en lo que creo y por entender lo que no entiendo.
Puedo decir con total tranquilidad que me siento orgullosa cada día cuando me levanto de hacer lo que hago y, creo que, me está haciendo crecer mucho como persona. Y quien lo tenga que entender lo entenderá y quien no pues, tampoco pasa nada.
El deporte, la competición y la competitividad; Durante muchos años ha sido el centro de mi vida. Justo, hace un rato, me planteaba durante cuántos años he tenido que madrugar los fines de semana. Desde que tengo 11 años he madrugado prácticamente todos los fines de semana, porque tenía partido. Ahora puedo levantarme tarde los fines de semana o no hacer nada si no me apetece. He aprendido a valorar el tiempo libre.
No entiendo tantas cosas que nunca llegué a entender pero, que me empecé a cuestionar muy tarde. También, posiblemente, fue una forma de refugiarme en algo cuando necesitaba tener algo en lo que ocupar mi tiempo, y olvidarme de lo que me rodeaba y no me beneficiaba. Siempre he dicho que, mientras haga cosas no pienso en lo que pasa a mi alrededor. No puedo olvidarme que la época más difícil, hasta ahora, en mi vida la pasé refugiada en el voleibol. Alguna vez lo he pensado y, no sé si hubiera llegado hasta donde he llegado si hubiera dejado el voleibol alguna de esas muchas veces en las que me lo planteé.  
Hace unos días una madre de “mis niñas”, mientras veía un partido con ellas, me preguntaba si echaba de menos aquello. Pues, no echo de menos un ambiente contaminado por una competitividad nada sana. No echo de menos la hipocresía entre los y las entrenadoras y las falsas buenas caras. No echo de menos ver el estrés en un grupo de niñas y niños simplemente porque tienen miedo a no ganar. No echo de menos ver a la gente aguantar las lágrimas porque les han dicho que en una pista no se puede llorar.
Aunque, sí que echo de menos la sonrisa de esas niñas. Echo de menos el ver cómo crecen y progresan cada día. Echo de menos el sentir ese grupo de personas que conforman el club como parte de mi “familia”. Echo de menos esas sonrisas. Echo de menos aprender de ellas y ellos cada día.
Esto, es una etapa más de mi vida de otras muchas, que pasarán; Y, ya ha pasado. Todo esto me enseñó mucho y me seguirá enseñando cada día, de esto estoy segura.
Recuerdo cuando empecé a entrenar (con 16 años) y a los padres y las madres no pasaba más allá de decirles “hola” y “adios”. Incluso, si podía escaquearme de hacerlo lo hacía;  además no me gustaba que cuestionaran lo que hacía y eso hizo que mandara a más de una al carajo. Hoy, lo veo de una forma totalmente diferente y creo que, no sólo deben formar parte del núcleo deportivo sino que deben ser un pilar básico, que es normal que me pregunten el porqué tomo una decisión y no otra. ¿Y qué si lo preguntan?
Entretanto, otra de las cosas en las que he pensado es que ahora, en la distancia, es cuando me doy más cuenta de quienes están y quienes se han ido de mi lado. Muchos han sido los días en los que me he preguntado qué está pasando a mí alrededor y qué hago con mi vida. El cambiar totalmente de aires y tener que reconstruir todo lo que te rodea, a sabiendas de que es sólo para un año, no es fácil y más con mi carácter. Así que hay días en los que, simplemente, necesitas saber que hay gente que está ahí pero, hay quienes después de 7 meses aquí no he sabido nada, si no es porque yo escribo o llamo. De algunas, incluso ni si quiera he tenido respuesta cuando yo he escrito.
Por suerte, también habéis estado otros y otras pocas ahí cada día.  Simplemente ver que estáis ahí es suficiente. He hablado con vosotros y vosotras tanto que a veces, me da la impresión de teneros a mi lado. Así que, sólo, puedo daros las gracias por estar ahí y por enseñarme todo lo que me enseñáis cada día.

Pues…
Después de todo, he descubierto que, a lo mejor, no hay que hacer tantas cosas.
He aprendido que calidad de vida significa disfrutar de cada momento sin pensar en qué vendrá después. Que mejor ir despacio que ir tan rápido.
Así que sí, no quizá si no estoy segura de que, he cambiado. Pero en eso consiste la vida, en construirse y deconstruirse cada día.

miércoles, 4 de abril de 2012

¿Qué plan tengo para hoy?


El tiempo pasa tan deprisa que estamos en abril y casi no me he dado cuenta. Pero, si me he dado cuenta de que he escrito pocos post y os pido disculpas. 
Cada día, o la mayoría de ellos, me levanto sin un plan más allá que ir a clase, leer lo que me apetezca , llamar a alguien para salir de fiesta o, esperar a que me llamen. Durmiendo hasta que no tengo más ganas de estar en la cama....
Quiera o no es una situación que me descoloca y, mucho. No es mi forma de ser (o a lo mejor sí y no lo sé). Nunca he estado tantos meses sin tener un objetivo o, un porqué que me hiciera madrugar y acostarme tarde. Sin un compromiso que me hiciera rechazar otros planes. Sin decir “no puedo tengo scout” “no puedo tengo entreno” “no puedo tengo partido” “no puedo tengo…”.
Quizá es el momento de ver las cosas desde otro punto de vista, de disfrutar de los 22 años sin pensar más que en eso en disfrutar y en dejarme llevar, en ver cómo pasa el tiempo y como disfruto de no tener una responsabilidad.
No sentirme responsable de que un grupo de gente, de mi familia, o de un grupo de niños y niñas. Ser responsable sólo de mí misma y, a veces ni de mí. 
No agobiarme por no responder a un email, tener 100 correos en la bandeja de entrada y decir "ya los contestaré, ahora no me apetece". No agobiarme por no hacer las cosas ahora si no poder hacerlas después. No tener que dar explicaciones de porqué actúo así y no de otra forma. 
No sé porqué pero, no soy capaz de resignarme a esta situación y, me siento en la obligación de hacer más cosas y eso, sí que hay días en que me preocupa. 
Además, ya no es sólo que a mí no me preocupe hacer nada, es que mi familia me presiona para que haga más cosas; porque total para ellos y ellas no he hecho nada en la vida más que crearme enemigxs por estar manipulada o "darle patadas a un balón". Me piden cada día que ya tenga un trabajo fijo que me dedique a lo "mio". Porque con 22 años no puedo seguir dependiendo de mi madre o de una beca, porque con 22 años no puedo estar estudiando una carrera, porque con 22 años no puedo no tener un trabajo... 
También, tengo la suerte de que hay quienes me dicen "si no te apetece hacer nada simplemente no lo hagas", "¿y, qué pasa si no quieres comprometerte con nada?" y eso me da un soplo de aire fresco y me hace pensar: 
¡¿Y qué pasa si simplemente quiero no hacer nada?!