martes, 1 de mayo de 2012

De finde en la Super8


Hacía tiempo, bastante tiempo, que no me ilusionaba por algo. Simplemente, de un tiempo hasta aquí he hecho las cosas porque consideraba que debía hacerlas sin tener muy claro si era lo que quería o no. Incluso llegué a la experiencia del pasado fin de semana más por un deber conmigo misma que por ganas de hacer algo. Pero ha sido genial.
Hace un tiempo, de estos días que me aburro y, me pongo a buscar cosas para hacer por estas tierras (está bien eso de la tranquilidad pero, a veces no está de más hacer algo, de todas formas luego no hago ni la mitad), llegué a la Federación de Voleibol de Inglaterra así que me puse en contacto con ellos para ver qué podían hacer conmigo y si les servía para algo. Me aceptaron con mucho gusto, me dieron el contacto para que me pusiera en contacto con el club de Chester (finalmente no contacté con el club) y, me dijeron que contarían conmigo para actividades. Así que hace unos meses pues me escribieron para que fuera de voluntaria a la final de Inglaterra de voleibol y acepté.
Entre unas cosas y otras lo veía muy lejano y no le di más importancia. Hasta que llegó el día de antes y, tenía que picar billete de tren. Tenía tan pocas ganas de nada que ni si quiera compraba el billete. Lo compré la noche de antes, ya que si no me iba a tocar ir corriendo y estaba un poco lejos, la verdad.
Es cierto, que en esos días lo que menos me apetecía era hacer nada pero, también la situación me daba miedo. Me iba un fin de semana entero con gente que no conocía a intentar entenderme en inglés y teniendo una responsabilidad. Esa responsabilidad me pesaba más que nunca. Pero, detrás de ese miedo tengo que reconocer que tenía una ilusión enorme por volver a estar en una competición de voleibol.
Así que el viernes por la mañana, tempranito, cogí el tren hasta Leicester (una ciudad al lado de donde iba). Y me paré por allí a visitarla y por la tarde a las 18 o así me fui a Kettering. Busqué el pabellón y fui a verlo a ver qué tal aquello.
Cuando llegué al pabellón estaban montando el taraflex. Me presenté y, casualmente, a quien me presenté era el coordinador del campeonato. Me dijo que me sentara en las gradas y me preguntó lo típico (qué tal todo, el viaje, experiencia en el voleibol y poco más). Esta situación fue bastante extraña. Le pregunté que si necesitaban algo de mí ese día y me dijo que si quería que les echara una mano a acabar de montar la pista. Así que me presentó al coordinador de la pista y me puse a limpiar la pista con él. En el momento en que pisé otra vez una pista de voleibol me entró una sonrisa de oreja a oreja. Si verme, de nuevo, preparando un campeonato de voleibol aunque fuera de forma diferente me emocionó y pasaron un montón de anécdotas por mi cabeza. En ese momento me di cuenta de porqué estaba allí.
Cuando acabamos de preparar todo nos fuimos al hotel. Estábamos esperando en el hall a que bajara todo el mundo de las habitaciones para irnos al restaurante y el presidente de la Federación nos invitó a una cerveza y tal.
Luego nos fuimos a cenar al típico restaurante de carne a la parrilla, que tanto se lleva por aquí. Mi opción fue elegir al azar algo porque no sabía qué carajo eran las cosas. Entre las cosas curiosas de los restaurantes es que en la carta aparece cuántas calorías tiene cada plato y además en todos los restaurantes hay buffet libre de “ensalada”. En realidad, son cualquier cosa menos ensaladas; pasta, patatas, salsas… la lechuga y el tomate están pero pasan de ellos. Yo busqué el aceite y la sal para la ensalada y no lo encontré, así que sí o sí había que echarle una salsa. Acabamos de cenar y estaba muerta así que a la cama que me fui.
A las 8:00 de la mañana del sábado había que estar en el hall del hotel, pero a las 6:30 el sol ya entraba por mi ventana y me desperté. Así que me di una ducha a desayunar. En el desayuno conocí a más gente y genial. Uno de mis miedos era el poder entender a todo el mundo pero, la verdad es que podía. Salvo con mi compañero de pista que era con el que más me costaba entender. Tuve mala suerte y me tocó a quien más rápido hablaba pero, fue cuestión de acostumbrarse.
En el pabellón mi misión era controlar que la pista estuviera correcta durante el partido, que los mopas y los recogepelotas no la liaran y a volar. Así que la cuestión era sencilla pero, cada 10 segundos dudaba de si lo que estaba haciendo estaba o no estaba bien.
El único problema para mí era que los recogepelotas, no sé de dónde habían salido pero, no habían visto un partido de voleibol nunca. Entonces ralentizaban todo el partido pero, nadie dijo nada por lo que es posible que aquí el protocolo haga que sea más lento ya que los obligaban a cambiar la pelota siempre para que se la devolvieran los recogepelotas limpiada con una toalla (una pijería muy grande). Yo creía que me iba a costar más que me entendieran al explicarle cómo debían hacer las cosas los recogepelotas pero no.
En los partidos se celebraba la final de voleibol sentado. Yo había visto en videos de youtube el voleibol sentado pero, nunca lo había visto en directo así que tenía un montón de ganas de verlo. Si antes de verlo me llamaba la atención cuando lo vi en directo mucho más. De hecho, quiero aprender a entrenar voleibol sentado. No me preguntéis porqué pero, el ambiente de los equipos era muchísimo más deportivo y me encantó.
Cuando acabaron los equipos de voleibol sentado tuvimos que montar la pista de Voleibol de pie y nadie sabía exactamente cómo se montaba la red salvo yo. Eso hizo que me sintiera mucho más segura de lo que estaba haciendo.
El día estaba siendo enormemente largo y no acabamos hasta las 8 de la tarde en el pabellón. Pero, era una situación diferente a cualquier campeonato en el que había estado ayudando a organizar. Estaba cansada pero, no estaba estresada dando carreras de un lado a otro. 
A las 8 volvimos al hotel para cenar y todo el mundo se fue a la habitación y se cambió de ropa y se puso unos vaqueros una camisilla pero, yo bajé en chándal. Soy así de capulla. En ese momento dije: “nota mental, el chándal sólo para el pabellón”.
Mientras íbamos a cenar 3 de la federación me felicitaron por cómo habían salido las cosas. Si digo la verdad, no sé si era de verdad o por ser políticamente correctos. Con la hipocresía “bien queda” de los  ingleses es algo que no me quedó muy claro. Pero, dicho quedó.
En la cena, llevaba un chándal que tengo que lleva el escudo de la UGR. Y cuando me levanté a coger la ensalada llegó un tipo y dice: “esa es española”. Entonces me di la vuelta y empezamos a hablar. Resulta que era un técnico de la Federación Española, conocía la UGR porque había sido asistente de Aurelio (el actual decano de INEF), casualmente era el tío también del novio de una compañera de Facultad. Así que en definitiva, el mundo es un pañuelo y entre moco y moco no hay espacio.
Cuando acabamos de cenar nos quedamos un rato hablando en un bar y nos fuimos a dormir. Estaba cansada pero no tenía ganas de dormir.
A la mañana siguiente tocaban las finales. Estaba muchísimo más relajada. Hubo cosas que me parecieron increíbles. Nos hicieron entrenar a los mopas para que tuvieran una coordinación perfecta. Era una situación extremadamente ridícula. Un tipo con traje y zapatos en una pista de voleibol diciéndole a chicos y chicas de 13-16 años “go” y todos se movían a la vez para pasar la mopa.
Varias cosas más me llamaron la atención. Mi hermana Elena siempre me echa la bronca cada vez que eructo pero, me he dado cuenta de que aquí eructar en la mesa es algo normal. Cada vez que voy a comer con ingleses o inglesas lo veo. También, en los banquillos de los diferentes equipos tenían comida (chuches y patatas fritas) para mí es inimaginable que en un partido tuviera chucherías y me las comiera en los tiempos muertos o algo así. Yo me planteo: ¿no puedes comer antes o después del partido? En dos horas te mueres de hambre. No entiendo esto y, realmente, me planteo si tiene algún sentido o explicación biológica porque siempre he escuchado que lo mejor es comer 2 horas antes de cualquier actividad física para que la digestión se haga correctamente, así que no entiendo muy bien esto .
Así que, acabando ya, el domingo se jugaron las dos finales. Fueron bastante tranquilas y pude disfrutar de buen voleibol. Cuando acabó todo me quedé a echar una mano a recoger la pista. Nunca había visto quitar una pista de taraflex y, por supuesto, nunca había quitado una así que fue todo un placer aprender a quitarla. Cuando se despedía al español que había conocido la noche de antes, Luis, me dijo “Pero, ¿eso lo quitáis vosotros?” y le respondí “pues, ni idea yo es la primera vez que vengo por aquí” a lo que me dijo “en España la federación contrata a una empresa y nos desentendemos de eso, si hay una empresa de no sé quien que se encarga de eso”. Luego me he acordado de que hace un par de años uno de los patrocinadores de la Federación era una empresa que monta pistas de taraflex ¿casualidad?
Cuando acabamos de recoger todo en la pista vuelta a coger el tren y a casa. Con una experiencia genial vivida. 

2 comentarios:

  1. "de un tiempo hasta aquí he hecho las cosas porque consideraba que debía hacerlas sin tener muy claro si era lo que quería o no. Incluso llegué a la experiencia del pasado fin de semana más por un deber conmigo misma que por ganas de hacer algo. " luego... esto quiere decir que me entiendes...

    Me alegro por tu experiencia, lo de las pistas, no me parece tanta casualidad ;)

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  2. jaja nunca he dejado de entenderte. Pero, eso no quiere decir que no te pueda aconsejar ;)

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