Hacía tiempo, bastante tiempo, que no me ilusionaba por algo.
Simplemente, de un tiempo hasta aquí he hecho las cosas porque consideraba que
debía hacerlas sin tener muy claro si era lo que quería o no. Incluso llegué a
la experiencia del pasado fin de semana más por un deber conmigo misma que por
ganas de hacer algo. Pero ha sido genial.
Hace un tiempo, de estos días que me aburro y, me pongo a
buscar cosas para hacer por estas tierras (está bien eso de la tranquilidad
pero, a veces no está de más hacer algo, de todas formas luego no hago ni la
mitad), llegué a la Federación de Voleibol de Inglaterra así que me puse en
contacto con ellos para ver qué podían hacer conmigo y si les servía para algo.
Me aceptaron con mucho gusto, me dieron el contacto para que me pusiera en
contacto con el club de Chester (finalmente no contacté con el club) y, me
dijeron que contarían conmigo para actividades. Así que hace unos meses pues me
escribieron para que fuera de voluntaria a la final de Inglaterra de voleibol y
acepté.
Entre unas cosas y otras lo veía muy lejano y no le di más
importancia. Hasta que llegó el día de antes y, tenía que picar billete de
tren. Tenía tan pocas ganas de nada que ni si quiera compraba el billete. Lo
compré la noche de antes, ya que si no me iba a tocar ir corriendo y estaba un
poco lejos, la verdad.
Es cierto, que en esos días lo que menos me apetecía era
hacer nada pero, también la situación me daba miedo. Me iba un fin de semana
entero con gente que no conocía a intentar entenderme en inglés y teniendo una
responsabilidad. Esa responsabilidad me pesaba más que nunca. Pero, detrás de
ese miedo tengo que reconocer que tenía una ilusión enorme por volver a estar
en una competición de voleibol.
Así que el viernes por la mañana, tempranito, cogí el tren
hasta Leicester (una ciudad al lado de donde iba). Y me paré por allí a
visitarla y por la tarde a las 18 o así me fui a Kettering. Busqué el pabellón y
fui a verlo a ver qué tal aquello.
Cuando llegué al pabellón estaban montando el taraflex. Me
presenté y, casualmente, a quien me presenté era el coordinador del campeonato.
Me dijo que me sentara en las gradas y me preguntó lo típico (qué tal todo, el
viaje, experiencia en el voleibol y poco más). Esta situación fue bastante
extraña. Le pregunté que si necesitaban algo de mí ese día y me dijo que si
quería que les echara una mano a acabar de montar la pista. Así que me presentó
al coordinador de la pista y me puse a limpiar la pista con él. En el momento
en que pisé otra vez una pista de voleibol me entró una sonrisa de oreja a
oreja. Si verme, de nuevo, preparando un campeonato de voleibol aunque fuera de
forma diferente me emocionó y pasaron un montón de anécdotas por mi cabeza. En
ese momento me di cuenta de porqué estaba allí.
Cuando acabamos de preparar todo nos fuimos al hotel. Estábamos
esperando en el hall a que bajara todo el mundo de las habitaciones para irnos
al restaurante y el presidente de la Federación nos invitó a una cerveza y tal.
Luego nos fuimos a cenar al típico restaurante de carne a la
parrilla, que tanto se lleva por aquí. Mi opción fue elegir al azar algo porque
no sabía qué carajo eran las cosas. Entre las cosas curiosas de los
restaurantes es que en la carta aparece cuántas calorías tiene cada plato y
además en todos los restaurantes hay buffet libre de “ensalada”. En realidad,
son cualquier cosa menos ensaladas; pasta, patatas, salsas… la lechuga y el
tomate están pero pasan de ellos. Yo busqué el aceite y la sal para la ensalada
y no lo encontré, así que sí o sí había que echarle una salsa. Acabamos de
cenar y estaba muerta así que a la cama que me fui.
A las 8:00 de la mañana del sábado había que estar en el hall
del hotel, pero a las 6:30 el sol ya entraba por mi ventana y me desperté. Así
que me di una ducha a desayunar. En el desayuno conocí a más gente y genial. Uno
de mis miedos era el poder entender a todo el mundo pero, la verdad es que
podía. Salvo con mi compañero de pista que era con el que más me costaba
entender. Tuve mala suerte y me tocó a quien más rápido hablaba pero, fue
cuestión de acostumbrarse.
En el pabellón mi misión era controlar que la pista estuviera
correcta durante el partido, que los mopas y los recogepelotas no la liaran y a
volar. Así que la cuestión era sencilla pero, cada 10 segundos dudaba de si lo
que estaba haciendo estaba o no estaba bien.
El único problema para mí era que los recogepelotas, no sé de
dónde habían salido pero, no habían visto un partido de voleibol nunca. Entonces
ralentizaban todo el partido pero, nadie dijo nada por lo que es posible que
aquí el protocolo haga que sea más lento ya que los obligaban a cambiar la
pelota siempre para que se la devolvieran los recogepelotas limpiada con una
toalla (una pijería muy grande). Yo creía que me iba a costar más que me
entendieran al explicarle cómo debían hacer las cosas los recogepelotas pero
no.
En los partidos se celebraba la final de voleibol sentado. Yo
había visto en videos de youtube el voleibol sentado pero, nunca lo había visto
en directo así que tenía un montón de ganas de verlo. Si antes de verlo me
llamaba la atención cuando lo vi en directo mucho más. De hecho, quiero aprender
a entrenar voleibol sentado. No me preguntéis porqué pero, el ambiente de los
equipos era muchísimo más deportivo y me encantó.
Cuando acabaron los equipos de voleibol sentado tuvimos que
montar la pista de Voleibol de pie y nadie sabía exactamente cómo se montaba la
red salvo yo. Eso hizo que me sintiera mucho más segura de lo que estaba
haciendo.
El día estaba siendo enormemente largo y no acabamos hasta
las 8 de la tarde en el pabellón. Pero, era una situación diferente a cualquier
campeonato en el que había estado ayudando a organizar. Estaba cansada pero, no
estaba estresada dando carreras de un lado a otro.
A las 8 volvimos al hotel para cenar y todo el mundo se fue a
la habitación y se cambió de ropa y se puso unos vaqueros una camisilla pero,
yo bajé en chándal. Soy así de capulla. En ese momento dije: “nota mental, el
chándal sólo para el pabellón”.
Mientras íbamos a cenar 3 de la federación me felicitaron por
cómo habían salido las cosas. Si digo la verdad, no sé si era de verdad o por
ser políticamente correctos. Con la hipocresía “bien queda” de los ingleses es algo que no me quedó muy claro.
Pero, dicho quedó.
En la cena, llevaba un chándal que tengo que lleva el escudo
de la UGR. Y cuando me levanté a coger la ensalada llegó un tipo y dice: “esa
es española”. Entonces me di la vuelta y empezamos a hablar. Resulta que era un
técnico de la Federación Española, conocía la UGR porque había sido asistente
de Aurelio (el actual decano de INEF), casualmente era el tío también del novio
de una compañera de Facultad. Así que en definitiva, el mundo es un pañuelo y
entre moco y moco no hay espacio.
Cuando acabamos de cenar nos quedamos un rato hablando en un
bar y nos fuimos a dormir. Estaba cansada pero no tenía ganas de dormir.
A la mañana siguiente tocaban las finales. Estaba muchísimo
más relajada. Hubo cosas que me parecieron increíbles. Nos hicieron entrenar a
los mopas para que tuvieran una coordinación perfecta. Era una situación
extremadamente ridícula. Un tipo con traje y zapatos en una pista de voleibol
diciéndole a chicos y chicas de 13-16 años “go” y todos se movían a la vez para
pasar la mopa.
Varias cosas más me llamaron la atención. Mi hermana Elena
siempre me echa la bronca cada vez que eructo pero, me he dado cuenta de que
aquí eructar en la mesa es algo normal. Cada vez que voy a comer con ingleses o
inglesas lo veo. También, en los banquillos de los diferentes equipos tenían
comida (chuches y patatas fritas) para mí es inimaginable que en un partido
tuviera chucherías y me las comiera en los tiempos muertos o algo así. Yo me
planteo: ¿no puedes comer antes o después del partido? En dos horas te mueres
de hambre. No entiendo esto y, realmente, me planteo si tiene algún sentido o
explicación biológica porque siempre he escuchado que lo mejor es comer 2 horas
antes de cualquier actividad física para que la digestión se haga
correctamente, así que no entiendo muy bien esto .
Así que, acabando ya, el domingo se jugaron las dos finales.
Fueron bastante tranquilas y pude disfrutar de buen voleibol. Cuando acabó todo
me quedé a echar una mano a recoger la pista. Nunca había visto quitar una
pista de taraflex y, por supuesto, nunca había quitado una así que fue todo un
placer aprender a quitarla. Cuando se despedía al español que había conocido la
noche de antes, Luis, me dijo “Pero, ¿eso lo quitáis vosotros?” y le respondí
“pues, ni idea yo es la primera vez que vengo por aquí” a lo que me dijo “en
España la federación contrata a una empresa y nos desentendemos de eso, si hay
una empresa de no sé quien que se encarga de eso”. Luego me he acordado de que
hace un par de años uno de los patrocinadores de la Federación era una empresa
que monta pistas de taraflex ¿casualidad?
Cuando acabamos de recoger todo en la pista vuelta a coger el
tren y a casa. Con una experiencia genial vivida.
"de un tiempo hasta aquí he hecho las cosas porque consideraba que debía hacerlas sin tener muy claro si era lo que quería o no. Incluso llegué a la experiencia del pasado fin de semana más por un deber conmigo misma que por ganas de hacer algo. " luego... esto quiere decir que me entiendes...
ResponderEliminarMe alegro por tu experiencia, lo de las pistas, no me parece tanta casualidad ;)
jaja nunca he dejado de entenderte. Pero, eso no quiere decir que no te pueda aconsejar ;)
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